Las nuevas formas de producción y distribución de material audiovisual en el nuevo milenio se presentan como una oportunidad para explotar la creatividad de los nuevos directores y aficionados a la creación cinematográfica, quienes desafían el modelo tradicional de producción y distribución privada exclusiva con el modelo de financiación y exhibición pública, local e internacional. Un ejemplo de este último mecanismo se encuentra en el desarrollo y posterior lanzamiento de la película española El cosmonauta (Nicolás Alcalá, 2013), cuya historia se ha vuelto uno de los mejores ejemplos contemporáneos de las nuevas formas de hacer cine, y de la innovación en el uso de las nuevas tecnologías para llegar al público en los cuatro puntos cardinales. Teniendo esta cinta y su proceso de creación como objeto de estudio , este escrito se enfocará en presentar las nuevas formas de concebir el cine independiente en la península Ibérica.

El cosmonauta fue un proyecto concebido inicialmente en 2009 por Nicolás Alcalá (director), Carola Rodríguez (productora) y Bruno Teixidor (director creativo), quienes siendo estudiantes de cine, arte y media de la Universidad Complutense de Madrid, decidieron embarcarse en la realización de un cortometraje inspirado en historias de astronautas perdidos en el espacio. Sin embargo y tras un año de desarrollo por medio de diversas story lines y adaptaciones hechas al guión, la historia evolucionó a un largometraje que eventualmente llegó al público en 2013, tras cuatro años de trabajo y calamidades constantes.

En el libro The Plan 3: La estrategia de El cosmonauta, publicado por la productora Riot Cinema Collective (R.C.C.), que fue creada años antes por los tres estudiantes y con la que desarrollaron otras iniciativas publicitarias, se presenta la estrategia de producción usando varios recursos como el crowdfunding, la capitalización de eventos relacionados a la película, inversión privada, patrocinio y convenio con marcas, premios, becas, y hasta los sueldos de algunos miembros del equipo.1 A continuación se explicará el uso de dichos recursos para conseguir el capital necesario y realizar la película.

En primer lugar, el crowdfunding es definido como 

La estrategia para la financiación colectiva que se organiza siempre a partir de un mínimo de inversión y según paquetes predeterminados en lo que supone no sólo una participación proporcional en los beneficios del film (una vez acabado) y el certificado de productor en los títulos de crédito, sino también la posibilidad de una implicación directa en el proyecto que puede ir del mero seguimiento diario de su desarrollo a la participación en todas sus fases (del guion al montaje).2

Así, al buscar el apoyo de personas en España y alrededor del mundo, y ofrecer el título de productores a quienes donaran más dos euros, el equipo consiguió más de 400,000€ (y una lista de más de 4,145 productores del film), lo que muestra el impacto que tiene la exposición online y una campaña publicitaria constante en los medios de comunicación.

Por otro lado y a lo largo de la producción, el valor agregado de la película se enfocó en la realización de eventos relacionados con el film que se pudieran capitalizar, dirigidos a la comunidad de fans. La experiencia Cosmonauta fue la herramienta utilizada para popularizar el proyecto y proveer dicho valor agregado. Con una semana de actividades como conferencias y clases magistrales con miembros de cada departamento, dos conciertos en los dos años y medio de preproducción: uno conmemorando los 1,000 productores y el otro conmemorando el lanzamiento del astronauta Yuri Gagarin al espacio (“Yuri’s Night”), donde se usaron redes sociales como Facebook y Twitter para transmisiones en vivo y en simultáneo alrededor del mundo, además del lanzamiento web de las primeras piezas originales alegóricas al film, el apoyo para la financiación y futura distribución se mantuvo a vanguardia entre los fans que ya habían invertido en el proyecto, y atrajo al mismo tiempo nuevos adeptos e inversionistas.

En lo correspondiente a financiación privada se recaudaron 260,880.38€, lo que quiere decir que a nivel local e internacional se puede encontrar cooperación por parte de particulares, empresas, fundaciones, escuelas, etc. que se interesan en fomentar el cine independiente como parte relevante de la cultura. El factor determinante fue entonces ponerse en contacto con posibles inversionistas y persuadirlos para que quisieran formar parte del proyecto.

Otro ejemplo relacionado con inversión y marcas se encuentra en el libro anteriormente mencionado The Plan 3, en el apartado “Marcas”, que muestra ejemplos de posible publicidad para McDonald’s y Absolut Vodka,3 iniciativas que dejan ver la capacidad propositiva y de creatividad necesarias a la hora de conseguir socios.

Para continuar y en relación con el capital obtenido por premios, el proyecto en su fase inicial fue galardonado con una beca con valor de 99,595€ por parte del Instituto de la Cinematografía y las Artes Visuales (ICCA) por el uso de las nuevas tecnologías transmedia. Asimismo, con el premio a la Innovación Audiovisual en Internet de  RTVE.es, y al ser ganadores en el Foro de Proyectos de Creatividad llevado a cabo por CAMPOS PARTY EUROPE, el equipo alcanzó 22,906.57€, sin contar otros galardones recibidos a nivel nacional e internacional.

Por último, y en lo respectivo a la donación de sueldos, la producción consiguió un total de 123,640.27€, aspecto que demuestra la posibilidad de autofinanciamiento y el compromiso por parte de los miembros del equipo para llevar a cabo el proyecto.

De este modo, el proceso de producción cinematográfica ha sido empujado a nuevas direcciones y con esto, los papeles de aquellos inmersos en el proceso están cambiando. Los roles de creador y espectador están mutando. Ya no es necesario apostarle a lo tradicional (producción-consumo), sino que se vuelve menester desarrollar una estrategia: el cine colaborativo, que plantea una forma de adaptación en el nuevo escenario de reconfiguración para hacer cine.

Ahora bien, en lo correspondiente a la distribución, el trío de estudiantes diseñó una estrategia dividida en cuatro pilares para poder obtener ganancias y mantener vivo el interés de los fans en El cosmonauta.

El primer pilar, distribución gratuita y por convenio, le permitió a los realizadores tener control sobre las formas en las que el contenido principal fue compartido, no sólo en plataformas gratuitas de internet sino alrededor del mundo. Es decir, a menor escala, la película fue lanzada en simultáneo en contadas salas de cine, por televisión (Canal+), en internet, DVD, Blue-ray y USB, permitiendo a los espectadores tener varias vías de acceso. A mayor escala, buscaron incluir a sus fans en el proceso de distribución. Así, desde ciudades como Los Ángeles, París, Moscú, Bogotá, Nueva York, etc., un aficionado podía ponerse en contacto con la productora R.C.C. expresando su deseo de proyectar la película, comprometiéndose a hacer la publicidad y realizando la búsqueda de un lugar para exhibir el film, y la productora a su vez, enviaba de vuelta material (pósters, apoyo online, copia de la película en DVD, DCP o película) para llevar a cabo el evento. Del mismo modo y en caso de querer realizar la distribución convencional, los derechos de la película estuvieron a la venta.

El segundo pilar, transmedia, proporcionó al equipo el control de futuras ganancias sobre el material adicional disponible online, ya que el proyecto total no es sólo un largometraje de 80 minutos sino una pieza que se sustenta en otros componentes. El primero de estos componentes son 32 piezas adicionales de entre 2 y 15 minutos de duración que ayudan al espectador a entender a profundidad el universo desde donde se cuenta la historia. Ahora bien, esto no quiere decir que el film no se pueda entender por sí solo, pero con el acceso a estos webisodes a un bajo costo, la audiencia puede adentrarse en escenarios y diálogos que no se exploran a totalidad en la película o que no se incluyeron en el producto final.

Un segundo componente que sirvió a la distribución fue el uso de redes sociales. Haciendo uso de la plataforma social Facebook, el equipo creó la iniciativa NAYIK, que presentó 13 perfiles de protagonistas y personajes secundarios en esta red social. Aquí, los internautas pudieron encontrar comentarios, fotos, documentos y canciones relacionados a un periodo de tiempo anterior al presentado en la película.

El tercer componente se divide en dos. Por un lado, el falso documental The Hummingbird(Rafael Pavón, 2013) donde se cuentan historias sobre astronautas perdidos y eventos escondidos o desconocidos sobre la carrera espacial rusa, que terminaron por convertirse en las leyendas que inspiraron el film. Por otro lado, el documental titulado Hard as Indie (2018), dirigido por Arturo M. Antolín, en donde se muestra el detrás de cámaras desde el inicio hasta el final del proyecto: una guía sobre los errores y aciertos del equipo.

Por último, el cuarto componente es el álbum titulado El viaje de El cosmonauta, diseñado para que los fans y coleccionistas tengan un fragmento de la experiencia vivida por los personajes y los creadores. Este contenido es accesible para aquellos que sean parte de El programa K.

El tercer pilar, Creative Commons atribución compartir-igual no comercial4, es la licencia que le dio la libertad a los realizadores de compartir su contenido para ser copiado, remasterizado o modificado por terceras partes, generando así más material visual y un impacto considerable en la distribución ya que al ser libre, los espectadores pueden compartirlo y modificarlo infinitamente sin violar leyes de derechos de autor. Adicionalmente y en alianza con Mubi.com, se le permitió al público generar nuevas interpretaciones del trailer original, material que contribuyó a la publicidad de la película. Por último y en una iniciativa pionera a nivel mundial, la audiencia contó con libertades para generar su propia versión del film, lo que significó y significa una viabilidad económica potencial en conjunto con los creadores.

El cuarto y último pilar, las iniciativas postlanzamiento, complementa los cimientos para el nuevo panorama en lo que respecta al desarrollo de proyectos cinematográficos en Iberoamérica y a la vez, muestra la intención por parte de los tres españoles de contribuir al proceso de formación de futuros cineastas y su forma de capitalizar conocimiento en lo relacionado a temas de producción y manejo de material fílmico adicional.

La primera iniciativa fue dirigida a las escuelas de cine y sus estudiantes, para que siguiendo un texto guía estructurado en un DVD que incluye la película, entrevistas a los directores de cada departamento y contenido de producción como modelos de contratos, presupuestos, informes, guiones gráficos, guiones, etc., pueden montar un proyecto desde una idea básica.

La segunda iniciativa es un libro de trabajo producido por la productora R.C.C. y dirigido al proceso de producción de una película, a mencionar: financiamiento, calendarios, equipos, personal, permisos, etc. Como detalle personal, se incluyeron consejos a pie de página y listas de verificación que incentivan a trabajar en áreas que se encuentren atrasadas.

La última iniciativa, dirigida a los fans, quienes mostraron su apoyo constante durante años y popularizaron el proyecto a través de redes sociales, eventos y con él voz a voz, fue El programa K, anteriormente mencionado. Este es un club privado al cual se tiene acceso por medio de un pago único de 5 euros y que trae beneficios como: más de 50 horas de material nunca antes visto, la versión digital del álbum El viaje de El cosmonauta, sorteos para ganar material inédito de la película, derechos de descarga de la banda sonora original, subscripción a informes donde se revelaran secretos de la producción de la película, y acceso al material audiovisual Fighting Of, donde se muestra el detrás de cámaras y los momentos conflictivos durante las 8 semanas de grabación en Letonia y Rusia.

Como se puede ver por medio del estudio de la producción y distribución de la película El cosmonauta, el cine independiente y de bajo presupuesto tiene varias herramientas y recursos tanto tecnológicos como mediáticos para salir adelante cuando cuenta con el apoyo de una comunidad con potencial para invertir y reproducir nuevos contenidos. La nueva ola de directores y sus equipos de trabajo debe desafiar los modelos clásicos de financiamiento exclusivamente privado y distribución limitada en salas donde no se alcanza un número significativo de espectadores y en cambio, explotar el recurso de inversión pública y la distribución masiva y sin costo que ha demostrado ser más efectiva al usar el modelo
“compartir para ver”. Ya no se trata del director trabajando para la audiencia sino trabajando en conjunto con esta para tener éxito.


Shannon Estefannia Casallas Duque es licenciada en Educación Básica con énfasis en inglés y especialización en Infancia, cultura y desarrollo, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en Bogotá. Ha ejercido como docente de inglés como lengua extranjera, de español como lengua extranjera y de Filosofía. Actualmente realiza un programa de intercambio en Washington, D.C.


1 Riot Cinema Collective, The Plan 3: La estrategia de El cosmonauta (Madrid: Riot Cinema Collective, 2013), 6.

2 Jara Yáñez, “Crowdfunding y crossmedia para un cine 2.0: Financiación y creación colectiva”, Cahiers du Cinéma España 33 (abril 2010): 52.

3 Riot Cinema Collective, The Plan 3, 33.

4 Creative Commons (CC) es una organización sin ánimo de lucro que permite usar y compartir tanto la creatividad como el conocimiento a través de una serie de instrumentos jurídicos de carácter gratuito. Esta fórmula de financiación no sólo se utiliza en el cine, sino que se ha expandido a otras iniciativas culturales, desde la publicación de libros hasta el lanzamiento de álbumes musicales.