Repensar lo rural en Fausto, de Andrea Bussmann

Axl Flores

La oscuridad de la noche inunda la pantalla, una luz intermitente brilla en medio de ella, la luz porta algo de misterioso, trata de esconderse, los sonidos del mar añaden algo de extrañeza mientras una voz en off declama “Cuando el mundo se creó de nuevo, una joven indígena fue tomada prisionera”. En una sola secuencia, Andrea Bussmann, ubica a la playa La Escondida en Oaxaca como un umbral entre la vida y la muerte, entre el mito y la leyenda, entre lo real y lo fáustico.

Todo nacer sería una disminución del universo
y la muerte el comienzo de un viaje, el Universo la Nada
y el efecto siempre anterior a la causa.

Salvador Elizondo (sobre lo fáustico)

El retrato que ha hecho el cine mexicano de la ruralidad casi siempre ha estado supeditado a una visión folklórica y nacionalista del campo mexicano. Un ejemplo de esto puede ser la vasta filmografía del Indio Fernández, cuyo centro de atención siempre fue el contraste entre la pureza del campo y la corrupción de la ciudad. Esta visión se abolió con la irrupción, tanto en el cine como en la literatura, de la figura de Juan Rulfo.

Sin embargo, como señala Jorge Ayala Blanco en la introducción a El gallo de oro y otros textos para cine, de las 11 colaboraciones (hasta 1980) que tuvo Juan Rulfo en el cine, sólo dos El despojo (Juan Reynoso,1960) y La fórmula secreta (Rubén Gámez, 1965) conservaron eso que se ha gustado por llamar universo rulfiano, es decir, esa representación de la leve frontera que hay entre la vida y la muerte; las otras nueve cayeron en los fáciles caminos del paternalismo, como la misma Paloma herida (1963) de Emilio Fernández, en la que Rulfo participó en el argumento.

En ese sentido, los relatos que integran Fausto la opera prima de Andrea Bussmann, se podrían clasificar como herederos de una tradición rulfiana, pues la indagación que hace de lo rural está lejos de querer provocar una reflexión sociológica. Su acercamiento se da más desde un aspecto místico en el que las leyendas y las creencias populares tienen más importancia que la verosimilitud realista.

No obstante, la relación que tiene Fausto con la literatura no sólo se da en referencia a una narrativa que vio en Rulfo a su principal exponente, ni por el famoso relato de Goethe al que hace alusión el título de la película, sino que la cinta se nutre de una oralidad a través de la voz en off de Gabino Rodríguez, que presenta cómo en la cotidianidad de la provincia los mitos y leyendas son cosas comunes y forman parte de la propia idiosincrasia de los habitantes. 

Fausto se parece más a aquellos pequeños relatos de Francisco Rojas González en El diosero, pues si en uno de los cuentos se narra la historia de cómo un padre decidía llamar a su hijo Bicicleta porque los espíritus se lo habían ordenado, en la película un hombre que ha perdido un brazo se niega a salir de día porque no ha logrado reconciliarse con su sombra.

Así el experimento de Bussmann, que se ubica como un híbrido entre el documental y la ficción –pero que no puede ser definido bajo el término docuficción– enlaza las historias de un hombre que encontró una mujer en el mar y después desapareció a plena luz de día, de una mujer que presenció una aparición y que por eso estuvo a punto de morir y de una joven que tenía dos sombras. Se parte de lo fantástico para ubicar a la ruralidad como un lugar en el que todo el tiempo se discute entre la vida y la muerte, entre lo visible y lo invisible.

La estética de la película también se debate en esa ambigüedad, e intercala imágenes filmadas en película con grabaciones digitales sin establecer un criterio que formalmente pueda aludir a una división entre el sueño y la realidad, o entre lo documental y la ficción. En ese sentir, en una escena de la película, se alude a la telepatía que tienen los animales y se menciona que si acaricias un gato en el sentido de las agujas del reloj puedes ver el futuro, Bussmann a través de una sobreposición de imágenes da pauta a la creación de una realidad alterna, un universo fáustico. 

Lo fáustico, entonces, no se reduce al pacto con el Diablo al que se alude en un momento del film, sino al tiempo que hace referencia la cita de Elizondo al comienzo de este texto: la existencia de una realidad que no termina en la muerte, sino al revés, y que ve la vida terrenal sólo como una de las pequeñas manifestaciones de todo lo que nos rodea, desmitificando esa idea de lo rural como un lugar en el que pueden descansar los valores de un país y en el que, al contrario, cada acto puede estar dotado de un misterio que va más allá de lo que podemos ver, una película en la que importa más el aspecto poético que el político/social.

Fausto. México / Canadá, 2018. Dirección, guion, fotografía y edición: Andrea Bussmann. Diseño sonoro: Cristian Manzutto. Con: Víctor Pueyo, Fernando Renjifo, Ziad Chakaroun, Alberto Núñez, Gabino Rodríguez. Producción: Andrea Bussmann y Nicolás Pereda / Avalon y Pantalla Partida Producciones. 70 min.


Axl Flores estudió Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM. Fue finalista en el tercer Concurso de Crítica Cinematográfica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos.