Editorial

Iria Gómez Concheiro y Abel Muñoz Hénonin

Elegir los temas para Pulsar es un reto. Generalmente le dedicamos meses a propuestas que van, vienen, cambian, se caen, se transforman, preguntándonos qué problema es clave para los cines de Iberoamérica y el Caribe latino, además de ser más o menos provocador.

En esta ocasión el ejercicio además de involucrarnos a nosotros dos, contó con la interlocución de Fabián Hofman y Alfredo Ruiz, director y director de la Licenciatura en Cine de la Escuela Superior de Cine (ESCINE), respectivamente. Es difícil determinar con precisión en esas sesiones de pensamiento colectivo, tan arraigadas en la academia latinoamericana, cómo llegamos a recuperar la idea de “La no frontera”, título que Yulene Olaizola, cineasta y profesora de Dirección en nuestra institución, propuso para un seminario que impartió hace años.

Nuestra discusión, en discusión con ella, partió de que muchos cines de la gran región transatlántica, se mueven en una frontera imprecisa entre, como es obvio, lo ficcional y lo no ficcional. Yulene misma ha abordado el problema-más-que-género, por ejemplo, en Fogo (2012). Platicando al respecto no sólo pudimos identificar cineastas que se mueven entre dos tierras como Nicolás Pereda, José Luis Guerin o Julio Hernández Cordón, sino que recordamos que durante un tiempo incluso el Festival de San Sebastián, que entre los festivales más renombrados es el único que tiene un ojo permanente en la región, tuvo una sección dedicada a estas exploraciones.

Y aún después, cuando ya nosotros dos estábamos formulando la convocatoria para este número, nos dimos cuenta de que, para ser sinceros, este campo entre dos aguas tenía una tradición muy enraizada, cuyo primer punto identificable es el esfuerzo del Grupo Ukamau por acercarse a informantes aimaras y quechuas para sus primeras películas. Y su estela, si plantea una genealogía, baña el proyecto integral de Víctor Gaviria, saliendo de su mundo acomodado para prestar atención a las clases populares de su natal Medellín, y piezas aisladas, como Pixote (1980), de Héctor Babenco. Además de, obviamente, incluir la pieza crítica fundamental, Agarrando pueblo (1977), de Luis Ospina y Carlos Mayolo.

La última, por funcionar como una especie de díptico con los manifiestos que plantean la etiqueta y el problema de la pornomiseria, ha adquirido una legitimidad muy merecida. Aunque ha ocultado la preocupación de cineastas latinoamericanos de clases acomodadas –como lo fueron los primeros cineastas-autores de casi todo Occidente– por su contexto social amplio, a diferencia de los cineastas europeos de su generación, muy concentrados en las clases más afortunadas en tanto en capital económico como cultural.

A pesar de que lanzamos la provocación de voltear a mirar hacia esta escuela tan nuestra, la mayor parte de las propuestas que recibimos se concentró en el cine reciente o en lo mejor situado en el top-of-mind, lo que está más cerca de las discusiones de una coyuntura histórica concreta. Sin duda, lo anterior se debe en parte, al desconocimiento de nuestra propia tradición fílmica, lo que nos recuerda la urgencia de un medio como Pulsar, enfocado a nuestro espacio geográfico, complejo, doloroso, mestizo y euroamericano.

En un esfuerzo consciente por completar la discusión, fue que Iria decidió conversar con Víctor Gaviria, para ampliar las miras de este número. Tenemos una urgencia por revivir nuestras propias tradiciones intelectuales y artísticas, que si bien, están articuladas con Occidente en términos amplios, tienen un filón específico que se ha desdibujado con la globalización.

Vale mucho la pena insistir en ver el mundo, valientemente, desde nuestras esquinas.

Iria Gómez Concheiro

Es directora, productora y guionista de cine egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica. Obtuvo el Ariel al mejor corto de ficción con Dime lo que sientes (2004). Su primer largometraje de ficción, Asalto al cine (2011), que tuvo su estreno en Sundance, la hizo acreedora al premio a mejor opera prima en el Festival internacional de Cine en Guadalajara 2012. Su segundo largometraje Antes del olvido (2018), obtuvo el premio al mejor largometraje de ficción mexicano en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato 2019. También es promotora cultural e imparte clases de guión, actuación y dirección cinematográfica en distintas instituciones educativas.

Abel Muñoz Hénonin

Además de editar Pulsardirige Icónica y es uno de los editores de Senses of Cinema. Imparte clases en la Escuela Superior de Cine y la Universidad Iberoamericana. Es candidato a doctor en Filosofía, Arte y Pensamiento Social por la Escuela Europea de Postgraduados. Su ensayo “En los albores (históricos) del streaming” aparece en el libro Mutaciones de la imagen: 20 años de cine mexicano (2022).